Daniel Ruanova

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Constructos de Complicidad Cultural: Tecnología inspirada para hacer realidad proyectos artísticos

Autora: Ada Oliver Vásquez

Este enero 2022 me senté con el artista Daniel Ruanova y platicamos sobre la tecnología, los cambios en el mundo y su última iniciativa, Constructos de Complicidad Cultural, la cual busca fusionar el arte con la tecnología financiera (fintech) y así democratizar la compraventa de obras de arte.

En sus inicios, la segunda década del siglo XXI trajo retos que pocas personas en el mundo hubieran imaginado. Sin duda hubo científicos, médicos e investigadores que sospechaban que algo así podría suceder y seguro tenían razones para estar preocupados; razones que ellos veían, pero quizá nosotros no. Pero aun así, ¿quién pudo haber imaginado el impacto económico, social, psicológico y hasta cultural que la pandemia iba a tener sobre el colectivo global? Seguramente nadie. No así. No tan vasto, no tan interminable, no tan permanente.

Pero el mundo realmente nunca se detuvo. No por completo. La tecnología no lo permitió. Un importante número de personas en el mundo entero aprendieron a trabajar desde casa y un incalculable número de restaurantes, comerciantes y creadores idearon nuevas formas de llevar sus productos o servicios al usuario final. El ingenio y la creatividad hicieron uso de plataformas y aplicaciones para que el mundo rodara y la vida, de alguna manera, continuara.

Constructos de Complicidad Cultural tiene su punto de partida en la creencia de Daniel Ruanova de que la cultura hace al artista y no al revés:

” En mi experiencia de artista fronterizo, tijuanense, me asumo totalmente un constructo del lugar de donde soy, he logrado verme a veces desde afuera y veo la geografía en mi… lo que antes pensaba que era mi individualidad, es realmente el conjunto de lo que se me ha ido pegando de mi alrededor, de mi entorno,”

Daniel Ruanova y yo hablando sobre Constructos de Complicidad Cultural

señaló Ruanova en una entrevista que realizamos en las instalaciones de Klub Alibre. A partir de la pandemia por Covid19 Daniel, al igual que otros creadores, se encontraron ante la realidad de que el artista tenía que responder a este hecho sin precedentes de alguna manera; que había que buscar las cosas que necesitábamos a pesar de no tener acceso físico a ellas, enfatizó.

La pandemia arrastró muchas cosas, devastó proyectos, negocios, relaciones y planes. Como un incendio forestal, acabó con mucho de lo que encontró en su camino, dejando atrás pedazos calcinados de lo que pudo haber sido algo.

Pero igual que como ocurre en los incendios forestales, los residuos sobre la tierra no son algo inerte; detrás de la pérdida hay vida, hay potencial y hay muchas, muchas posibilidades. El suelo de pronto se convierte en un campo fértil, desde el cual empieza a crecer algo, al principio tímido, pero después robusto: como los hongos que crecen sobre campos quemados, que por encima parecen no ser nada, pero que a solo centímetros de la superficie, están creando una realidad no vista, que tiene la capacidad de conectar la flora de casi el mundo entero.

En tiempos de pandemia fue un poco más fácil cuestionar las estructuras que acercaban el arte a la gente, continuó el artista, las vimos desmoronarse y nos dimos cuenta que algo que antes veíamos como trivial, como Instagram o Facebook, se convirtieron en plataformas laborales para ciertas personas. La clausura que se dio no solo del mundo del arte, sino del mundo en general, puso a Ruanova a pensar en que en el mundo del arte, muchas organizaciones no estaban preparadas para algo como la pandemia.

Históricamente, Daniel, así como otros artistas locales, ha exportado mucho de su arte. Tras una estancia en China, él y su esposa, la artista plástica Mely Barragán, regresaron a Tijuana a reconectarse con sus raíces y con su gente, a exponer en el CECUT después de 10 años de no hacerlo y a ver qué más podían hacer en su ciudad, que Ruanova describe como una frontera fértil y loca, en el mejor sentido.

Para Daniel, la pandemia llegó en un momento verdaderamente coyuntural, en el que la tecnología infiltra, impacta, forma y deforma, casi todo lo que vivimos, compramos y hacemos. En poco tiempo, se dio cuenta que la tecnología nos puede empoderar para decidir cuál es la cultura que nos va a representar y empezó a ver la oportunidad de democratizar el arte.

Partiendo de su creencia de que entre más personas se sumen a un proyecto artístico, mayor será su valor cultural, Daniel tuvo un encuentro casi providencial Armando Oliver de Alibre y empezaron a dialogar para darle forma a una idea que representaría una nueva vía de acceso al arte y de participación en el proceso creativo para todo el que se interesara.

Constructos de Complicidad Cultural nace como un proyecto específico que, a través de un programa de membresías con aportaciones mensuales accesibles, convierte al espectador en cómplice y en micro mecenas de un abanico de opciones artísticas que se podrán hacer realidad a través del apoyo de los diversos miembros, cuyas cuotas le darán sustentabilidad a las obras, creando legados culturales para Tijuana y en el futuro, quizá para otras regiones también. Un ganar-ganar, facilitado por la tecnología e inspirado por el arte.

Una mensualidad hecha a través de la aplicación Kuota.app de Alibre, permitirá que cualquier persona interesada en apoyar el arte o el proyecto específico de un artista, lo haga con absoluta transparencia. La idea de Daniel y de todo el equipo que trabaja en Constructos de Complicidad Cultural, es ofrecer al artista un modelo para concretizar un proyecto artístico que ofrezca un bien cultural a la región y que a través de un colectivo de miembros se pueda hacer realidad. Además, el miembro recibirá beneficios concretos, que van desde conferencias hasta obras del artista, junto con la satisfacción que puede conllevar el ser un facilitador del desarrollo artístico de su región.

Con la seguridad de que esta semilla florecerá en la tierra fértil que es Tijuana, el futuro bien puede ver al modelo replicarse en otras ciudades, apoyar la profesionalización del artista e impulsar una cultura nueva en un momento histórico en el que documentar la vida a través del arte y la tecnología, resulta más indispensable que nunca.

Originalmente publicado en: https://www.linkedin.com/

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Media década pensando lo mismo:
Sé que no soy el único en percatarse que la mayoría de las personas civilizadas están entregando voluntariamente sus sentidos y lo que se aprende al usarlos (vista – audición – tacto – pensamiento abstracto ) a un puñado de corporaciones privadas falsamente consideradas como públicas; solo para sentirse ultraconsentidos por el código del consumo, gradualmente apendejándose a favor de los logros tecnológicos que más allá de “conectarnos”, nos aleja cada día más de una existencia plena – comunitaria y en paz. Propongo que generemos un neo-ludismo y que poco a poco nos dediquemos a abrirle los ojos a las personas que se sienten insatisfechas entre tanta-cosa que están rodeadas. Llevo rato pensando que la IA (inteligencia artificial) nos roba sapiencia a los individuos para enriquecer a las corporaciones y producir autómatas consumidores, pero hoy estoy convencido que su meta ya se logró y que estamos viviendo una de-evolución humana similar a la que llevó a las culturas antiguas del viejo mundo a una era oscura que duró muchísimos años.
originalmente publicado en Facebook durante octubre 2016
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El año más importante de mi vida. (hasta ahorita)

Lo recuerdo de una manera clarísima, leía en algún noticiero que habían detectado un brote viral de quién sabe qué en una pequeña ciudad de 11 millones de habitantes dentro del Imperio Central. Inmediatamente comencé a darle cuerda a aquel fatalista que aún vivía a finales del 2019, ese bato que desde que tenía el uso de la razón, suponía detectar los malos momentos que cambiarían todo lo que les siguiera… Entró el año nuevo sin grandes cambios de nada, con la excusa de seguir viviendo en este mundo de consumo consumo consumo consumo consumo consumo, y unas dos mil veinte veces más. En lo personal, las cosas comenzaron a transcurrir como otro año más en mis cuarentas, un enero muy empinado pero saturado de propuestas, promesas, prospectos y proyectos. Me decía: – éste es mi año – ya la estoy armando – seguro este año se hace – etc… Pero, llegó la pandemia, y aquellas expectativas terminaron amargas, y después se evaporaron. No quedó ni un solo proyecto en pie, ninguno. Y saben qué: no hay pedo; soy artista y llevo los últimos veintitantos años viviendo en la crisis de manera voluntaria y encantado de la vida, pero siempre ha sido un problema resolver la estabilidad. Al ver que los contagios y las hospitalizaciones se estaban poniendo críticas, opté por guardarme como a todos se nos sugirió, le entré a la cuarentena que se convirtió en una vuelta-al-sol-ena; que en mi caso, tampoco hay pedo, llevo encerrado en mi estudio (esté en donde esté) casi dos décadas. Desde que Mely y yo nos unimos, hemos hecho de la casa un espacio de trabajo y viceversa. Llegué a pensar, que si de esto se trata el episodio del Covid-19: de encerrarme lo más posible, salir para apoyar a nuestros viejos, o solo por lo esencial, y a parte seguir nadando contracorriente para resolver el día a día, pues venga, no pasa nada, no hay pedo, así siempre ha sido. Así fué, por muy poco tiempo. En dos semanas, se enfermó y se murió mi padre. Nada me ha dolido tanto en la vida como eso, absolutamente nada. Allí estuvimos con él tratando de aislarlo del virus, hicimos hasta lo imposible para dar la pelea… perdimos. Qué gran lección (o como decía mi viejo: que putiza te arrimaron), la pandemia tumbó una de mis columnas, una de las fuertes, de las primeras, un ideal que construí desde niño y que de adulto me he dedicado a subsanar. Ese día me cambió la vida, llegué a casa y vi a otra persona en el espejo. Dejé de ser un chango y me convertí en un señor; dejé de quejarme por las broncas que no eran mías, acepté las broncas que sí debí de heredar y enterré una serie de complejos que ya no tenían receptor ni razón de seguir existiendo. Durante los siguientes meses, en la misma vuelta-al-sol-ena, me dediqué a descarapelar las capas de historia que quedaron de la estela de mi padre en la casa en la que crecí. Nos volvimos a encerrar en la cajas de embalaje de los objetos que solo nosotros les podemos dar valor y contexto, esas cosas que cuentan una historia que solo nosotros (la familia) sabemos descifrar. En esos momentos pensaba: Que bueno que el mundo está en pausa, por que el mío necesita este silencio profundo para entender cómo proceder de aquí. La introspección y la autocrítica han estado presente a lo largo de mi vida adulta en los mejores momentos de mi andar personal y quehacer laboral, social y espiritual. Durante el verano que nunca existió, comencé a notar la radicalización del comportamiento de mucha gente, ilustrado y aumentado por la pelea del año, la democracia vs. el fascismo en el Imperio. Algunos se encontraban en el pensamiento crítico, se comenzó a cuestionar de manera colectiva qué fue lo que nos llevó a estar como estábamos y qué podemos aprender de esto y cómo lo arreglamos, muchos otros con las inquietudes que provoca el miedo a lo desconocido tratando de revivir las cosas “a como estaban antes” de la pandemia y una buena parte de la familia humana convertidos voluntariamente en ciegos, sordos, mudos e indolentes ante lo que esta amenaza colectiva representa para el bien común, pues interrumpe sus actividades individuales (que valoran sobre todas las cosas). Vivimos, dentro de nuestro enclaustro cibernético, una revolución de pensamiento colectivo que no me había tocado antes, pues nací después del 68. Por primera vez en mis cuarenta y tantas vueltas al sol, veo que se tambalean los sistemas del poder, todos esos constructos creados a través de mitos que albergan los templos, las academias y las casas de gobierno. Ya me había tocado la epidemia del SIDA, se infiltró en la familia con mi Tío, limitó la manera en la que gozamos el sexo, ha matado a más de 32 millones de hombres y mujeres desde entonces, nos transformó; he visto de lejos la transición de la guerra fría hacia las nuevas cruzadas en Medio Oriente que han resultado en la muerte de mas de un millón de personas y el desplazamiento de otras 40 millones, también nos transformó; viví el resurgimiento del Imperio Central (中國) – la descomposición del Imperio actual y el desarrollo de las culturas como la nuestra (y nuestra estupidísima guerra contra el narco que le ha costado la vida a algún mexicano cercano a todos nosotros) también nos han transformado. Cada instante de hoy me reafirma que habrá un AC y DC (Antes del Covid y Después del Covid), y cada interacción que atestiguo me reafirma que habrá dos tipos de seres humanos DC: los revolucionados y los devolucionados. Me queda clarísimo, que entre tantas cosas que se perdieron en la pandemia, una de ellas fue la vergüenza a la ignorancia. Según los devolucionados se vale ignorar la ciencia, se vale ignorar el bien común, se vale ignorar la lógica, se vale ignorar a los demás; para ellos todo se vale si les da la gana que se valga y más si es en nombre de los mitos mayores, el negocio y la fe, o peor aún, el negocio de la fe. En cambio, los revolucionados nos conectamos el uno con el otro, cambiamos nuestras costumbres para ser más ecuánimes, reducimos nuestro individualismo y nos pusimos en manos de los que saben cómo usar el conocimiento colectivo acumulado para el bien común. A parte, escuchamos y dialogamos abiertamente con los devolucionados con la esperanza que ser como somos conlleva. Me quedó claro que las instituciones de buena fe, lograron hacer lo que no hicieron las instituciones de la fe, evolucionar. Creció de manera exponencial el poder de la inteligencia no tan artificial de los nuevos dioses de la red, nos pusimos a su órdenes para según esto ordenarles qué hacer; mal no les fue como a casi todos nosotros, si no todo lo contrario, porque el sistema que se tambalea no fue el capitalismo, los de arriba se hicieron mucho más ricos con la desgracia colectiva, las economías del desastre se perfeccionaron hace años, estaban listas. Lo que se está cayendo son los sistemas de gobierno, las instituciones fundadas en la explotación de los débiles, los acuerdo tácitos del patriarcado, el desmoronamiento de los derechos humanos universales en pro al derecho del consumidor solvente, las verdades compartidas de antaño y las jerarquías nepotistas de unos pocos… quizá ni se estén cayendo y soy yo quien veo las cosas de otra manera. Aquel bato fatalista que venía haciendo su camino expresando lo mal que íbamos con cierto sentido del humor, también se murió en la pandemia. Se murió al ver que los brotes de humanidad que han florecido durante el gran apagón han sido mucho más propositivos que la soberbia de unos cuantos que mandan a sus feligreses como carne de cañón en sus guerras por la supremacía económica. Al ver que los anhelos de un cambio político verdadero no caen en los hombros de un solo hombre, si no en lo que las masas de humanidad podemos hacer con esas ideas y al poner la libertad de pensamiento por encima de las necesidades nimias de la vida contemporánea. Enterré con gusto al fatalista, me di la oportunidad de rehacerme, de sacudirme, de deshacerme de lo que me pesaba demás y de involucrarme en lo que le hace falta fuerza; de cambiar de rumbo pues, de aceptar mis alcances, comprender mis límites y de aceptar con gusto que soy lo que soy. No más, no menos. Hasta ahorita, sobreviví el MMXX.

D.Ruanova.

Publicado originalmente en https://www.facebook.com/daniel.ruanova el 31 de diciembre del 2020

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soñador del covid

Llevamos casi dos meses de encerrón, hemos visto cómo creció esta pandemia desde sus comienzos en el Imperio Central, lo veíamos como espectadores, de lejos, observando cómo la desgracia le sucede a los otros… Pasó el año viejo y entramos al nuevo año, número promesa de las agencias de publicidad, el gran 20-20, el futuro, todo lo nuevo, las ganas de vender todo lo viejo como si fuera nuevo y las ganas de venderte el futuro como si fuera cierto. A pocos le interesaba esto del virus, era asunto de chinos, después de italianos y españoles y después del mundo conectado en la globalidad que tanto nos prometió beneficios y bienestar.

Quédate en casa, se cantaba por todas partes, y al principio se convirtió en algo inusual y por ende en algo nuevo (que padre no?), y que bueno que tenemos algo nuevo, por que estamos acostumbrados a lo nuevo siempre, las cosas se tornan aburridas después de una semana, como las miniseries, las tendencias en línea, el platillo sobrevaluado del changarro hip del momento o hasta las personas.

Habíamos unos cuantos perceptólogos-radicales que veíamos venir algo más allá, pesimistas nos llamaban, veíamos un cambio que no pedimos, pero que acogemos; esos pocos sabíamos que la normalidad no era normal.

El mundo antes del Covid-19 ya estaba enfermo, tanto que los jóvenes salieron en millones para reclamarle a los viejos que sus sistemas de consumo masivo están devastando los recursos naturales necesarios para que la vida siga siendo vida; tan enfermos, que las mujeres salieron en millones para reclamar su derecho a existir sin la agresión machista constante que el patriarcado ha instalado para hacerse sentir más importante que lo que realmente es. Enfermos los avaros billonarios que creen ser los nuevos mesías por sus seudo-avances en la vida embrutecedora que la inteligencia no tan artificial nos está ofreciendo a cuenta del bienestar de la clase trabajadora y los que menos tienen. Enfermos por el tamaño de la disparidad entre los que no tienen nada y los que se les deja tener las migajas que descartan los amos del capital. Enfermos por la falta de pensamiento crítico hacia un sistema que cada vez nos quita habilidades cognitivas en función de engordar los bonos y las acciones de esos jueguitos infantiles todospoderosos llamados Apps. Enfermos y enfermos todos.

Pero, poco a poco, el Covid-19, se convirtió en el todo. En cuestión de semanas se empezaron a llenar los hospitales, a tal grado que vimos en los medios locales cómo dejó de ser un problema del otro, y se instaló en nuestras vidas como una embestida de toros corriendo por el pasillo del Oxxo. Hoy es la nueva realidad, este virus está para quedarse, y nuestra vida cotidiana se ha volcado 180 grados pero pa´todas partes.

Vivimos con miedo, desesperanzas, descontento y frustraciones por que ya no podemos hacer las nimiedades que antes considerábamos importantes. Esa vida libre de que hago lo que quiero por que si pago mando, o por que se me da la gana por que soy individuo libre. Suena hoy como un infante mal crecido del montessori, o ¿no? Algunos se jactan de su gran salud y juventud que los hará inmunes, sin importarles tanto que alguna vez fueron unos bebés indefensos que ocuparon que alguien mayor los cuidara; pues ese alguien mayor, es quien está en peligro. Este virus, tal como lo hace el virus de la avaricia capitalista, detesta la vejez – detesta la experiencia acomulada – detesta la vida ajena. Este virus, tal como lo hace el virus de la avaricia capitalista, ama a la juventud – ama a la ignorancia – ama que te valgan madre los demás.

Nos hemos visto obligados a permanecer en la soledad o peor aun entre familia, ¡qué horror! Quiero irme de compras y quiero ordenarle al mesero y quiero bajar esa experiencia nueva y quiero ser yo y quiero ser libre y quiero eso y quiero el otro… ¿Será que eso es una vida? ¿Si no consumimos no vivimos? ¡No! Obvio que necesitamos cosas, comidas, vicios y demás, pero lo que más necesitamos es saber quién fregados somos. Y eso asusta mucho a quienes no se conocen a sí mismos. Lo sé, por que llevo los últimos veintitantos años dedicándome al arte, de lleno, a todo lo que da. Y con esta experiencia me atrevo a decir que el arte es un espejo de la sociedad en el que se crea; eh allí el detalle, hay muchísimos que no les gusta ver lo que el espejo les refleja.

En lo personal, llevo este tiempo trabajando en la soledad (siempre con mi mujer que tiene la misma vocación-condena que yo), ganándome la vida encerrado en un cuarto haciendo objetos que trataban de entender el mundo y generar algún aprendizaje personal durante el proceso. Trataban, por que poco a poco he caído en cuenta que el sector en el que trabajé por más de dos décadas también está enfermo. Enfermo de vanidad, de avaricia, de gula. Enfermo con la condescendencia al poder, con la exclusión de los que menos tienen, con la arrogancia que genera asco a casi todos los que se acercan de fuera. No hablo de hacer arte eh, que quede claro, eso lo considero sagrado, quizá lo único que considero de esa manera. Hablo del mercantilismo, de la charlatanería, de los tráficos de influencia y los conflictos de interés que he visto desde que me profesionalicé en el asunto.

Se han perdido casi todas las oportunidades laborales A.C. (antes del covid), pero, a mis cuarenta y quiúboles tengo la oportunidad de renacer profesionalmente, con una conciencia de un hombre un poco menos sonso que aquel chavalo que se creía los mitos de los grandes artistas, aquellos mitos descontextualizados que han servido al poder como maquillaje de su horror. He aprendido muchísimo de esta experiencia como artista de la élite, pero he aprendido muchísimo más como humano que trataba de encontrar alguna lógica en un contexto ilógico.

Trato de ponerme en los zapatos de quienes están deseperadísimos por que su vida laboral está en peligro de desaparecer. Pero he allí el meollo del asunto, y es un asunto que encenderá a algunos: ¿Será que hay trabajos, industrias, comercios y quehaceres que deban de extinguirse en nombre de la vida? Creo que sí y muchísimos. ¿Cuáles? Pues en muy poco tiempo lo sabremos. El mío, el artista de galería, el artista que vende metros cuadrados de sus obras a los ricos, seguramente perdurará, los ricos se están haciendo mucho más ricos con esta tragedia. Pero, nunca fue mi intención de convertirme en trofeo de ¨los ganadores¨, totalmente lo contrario, caí en la trampa.

La vida A.C. era una ilusión creada por un mercado de consumo masivo que por debajo del agua se dedicó a desmantelar cualquier noción de cultura, identidad o comunidad que no se pudiera comercializar, fabricar en masa, gentrificar, o apropiarse para recontextualizar y lucrar de lo intangible. Durante los últimos 50 años, cedimos los poderes del gobierno al mercado, cayendo en el error que la competencia genera mejores resultados; lo que pasó, es que los mercados aprendieron que la regulación de su existencia en pro del bienestar colectivo no era negocio, y así de fácil compraron políticos en todas partes que se incubaron en todas partes y pudrieron los gobiernos que tanta sangre nos costaron crear en todas partes.

Ahora, después de estar encerrados por dos meses, hay muchos que añoran regresar a la normalidad, añoran retornar esas prácticas deshumanizadoras, añoran seguir haciéndose guajes con las consecuencias de sus acciones. Muchos, convencidos por algunos patrones-avaros que siguen su cuarentena mientras ven su planta laboral caer enfermos mientras sus negocios siguen produciendo. ¡Que asco! ¡Que falta de humanidad! Dicen que es mejor morir por Covid que morir de hambre, pero no dicen que morir de hambre es parte de su plan de negocios, que no les importan esas bajas por que gracias a los políticos chafas que tienen comprados, no será su responsabilidad, es cuestión del libre albedrío y no tenemos por qué negarle a los pobres su alimento y su esperanza de alguna vez dejar de serlo.

Estamos en el hoyo, por las mismas condiciones que ellos han creado. Desacreditando al gobierno cuando pueden y obligándolo a hacer sus fechorías cuando algo les sale mal. Hablan de la inmoralidad del socialismo, que la gente debe de ganarse la vida por sus propias obras, pero no dicen que sin el gobierno y las dádivas que le dan a sus empresas, su capitalismo se hubiera muerto hace unas décadas.

Estamos en un punto que a mi no me había tocado vivir, está saliendo lo mejor de las personas, pero también está saliendo lo peor. Los pro-vida quieren a miles de muertos más para que la economía no se les muera, los humanistas queremos a miles de enfermos menos y estamos dispuestos a sacrificarnos un poco más para lograrlo. Temo que vamos a volver a perder esta batalla los soñadores, pero eso mismo es lo que nos hace soñadores, vemos las posibilidades de un mundo mejor D.C. (durante el covid), un mundo en donde sabemos que estamos conectados todos, que las acciones de uno afectan a muchos y que las acciones de muchos afectan a uno. Un mundo en donde los recursos naturales no se ven como infinitos y en donde los recursos capitales no son lo más importante.

El virus que más miedo me da es el de la ignorancia, y aun más cuando viene mezclado con la avaricia. Por que como bien saben los mercadólogos, se hace mucha lana cuando asustas a la gente y cuando los pones a competir entre ellos para ver quien tiene lo más nuevo, lo más rápido, lo más brilloso, lo más caro, lo más más, etc…

Estamos ante la crisis más profunda que hemos vivido en esta parte del mundo; digo, hay más de medio millón de muertos por la narco-guerra que emprendieron los de derecha para quedarse con una parte del negocio del placer, hay cincuenta mil niños encarcelados en el Imperio Americano por que sus padres sucumbieron al virus del capitalismo o por que fueron desplazados por la guerra antes mencionada. Miles y miles de desnutridos, miles y miles viviendo sin techo, millones y millones endeudados de por vida por que se les vendieron cosas que deberían de ser derechos. Si, estamos bien jodidos, pero estamos así por que no nos hemos preparado para vivir en comunión, para vivir en paz, para ofrecernos el uno al otro el bienestar que solamente se puede obsequiar, ofrecer, brindar o compartir.

Soy soñador, y sé que el mundo puede mejorar.

Daniel Ruanova

Tijuana B.C. México

Publicado originalmente en https://www.facebook.com/daniel.ruanova el 14 de mayo del 2020

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QUE QUEDE CLARÍSIMO. Estoy totalmente a favor de los apoyos del sector público (gobierno) para la producción, distribución y consumo de Arte. Es obligación de las instituciones gubernamentales educar y formar a sus ciudadanos, al ofrecerles opciones para una calidad de vida que el sector privado jamás haría sin intereses.

Me refiero a que si nos basamos en los apoyos del sector privado (mercado), se pierde la intención de formar individuos y comunidades como base de la experiencia artística; el producto de Arte se convierte en una “moneda de cambio” para legitimar las expresiones que convienen al mercado (el poder-capital). Claro está que la expresiones artísticas que deambulan en los mercados no son malévolas, muchísimas veces son geniales y en ocasiones hasta contestatarias al mismo sistema. Pero, en el mercado, se convierten en emblemas de la benevolencia del sector adinerado de la sociedad que genera la gran mayoría de las disparidades actuales, por ende, los problemas.

Cuando el sector público apoya el Arte, l@s artistas nos dedicamos a explorar los parámetros de las posibilidades del ser humano, nuestros anhelos utópicos y distópicos, invertimos en los tejidos sociales de las comunidades en las que participamos, creamos proyectos que llevan nuestro quehacer a las masas para multiplicar las experiencias por miles; popularizamos la experiencia artística con contenidos de importancia social – sin intereses comerciales – y tratamos de hacerlo por el beneficio de tod@s. L@s artistas estamos dispuest@s a hacer esto y más, con tal de no vernos forzados a complacer intereses externos a los que sentimos desde un sitio/sensación que aún no he logrado nombrar.

Es muy importante para nosotr@s prescindir de las mediciones tecnócratas para calificar lo que hacemos, esas que solo cuantifican los resultados sin contemplar los caminos o consecuencias.

 – no se puede medir la piel para conocer el alma ni su memoria –

Mejor veamos a detalle lo que ha generado el apoyo institucional (condicionado a la responsabilidad profesional de l@s creadoræs) y comparémoslo con lo que se hace en otros sectores con apoyos gubernamentales mucho mayores para promover y difundir la “propiedad intelectual” de los mexicanos en casa y en el mundo, el softpower; notaremos lo inigualable de los méritos de l@s artistas mexican@s: aquell@s que cargan las esencias de la mexicanidad, esta cultura joven y orgullosamente bastarda en constante evolución, que hasta hace poco comienza a valorar su multiculturalidad, su pluralidad de orígenes y su potencial de expansionismo demostrado por su diáspora como la fuerza motriz del vecino imperio en decadencia. Cómo no invertir en este gran capital artístico cuando ha generado la visibilidad, posicionamiento e influencia en las capitales del capital y sus ciudadelas. Haciéndole resistencia a los intereses culturales privados con los apoyos del sector público Mexicano, hemos demostrado la capacidad que tiene el cerebro colectivo Mexica para abrir las mentes de l@s herman@s de otros lares y culturas.

No permitamos que el futuro de nuestra cultura la escriban las agencias de publicidad, las productoras de contenidos comerciales o la-seudo-diversidad-cultural que promueven las agencias-políticas-trasnacionales por órdenes de los amos del mercado homogenizador. Cuando l@s artistas nos apoyamos solamente del mercado, nos convertimos en agentes gentrificadores involuntarios, decorándole el paso a las tendencias ridículamente rentables del momento; al sólo recibir los aplausos y las migajas con las que pagan “los neo-productores-culturales-proto-corporativistas” mientras apareces en sus comerciales de 15 segundos que solo legitiman sus utilidades.

¡No! 

Nuestro trabajo no tiene nada que ver con el presente adquirible, con la gratificación instantánea, con el recuerdo fotográfico efímero o con la venta final de la idea de alguien más. Tiene que ver con la construcción del ser, la iluminación de la oscuridad, la indagación a nuestras inquietudes, el cuestionamiento de nuestra historia como propuesta para nuestro futuro, la crítica a nuestras costumbres, la multiplicación de nuestras virtudes, la observación de nuestros defectos colectivos y la implementación de nuevos modelos de comunicación, entre otras.

Esto no se puede hacer cuando uno está tratando de $obrevivir como artista en un contexto hiper-comercializado, en donde las opciones quedan en la reducción de la imaginación socio-política en pro a los mensajes con mayor alcance demográfico, con menor inversión en la interpretación individual, con la infantilización de la población en general, con la volatilidad a flor de piel con cualquier oposición a las creencias, ni mucho menos con las complacencias provocadas por el miedo a ofender a los inmaduros. Sin los apoyos del sector público, solo los artistas de orígenes muy acomodados podrán ejercer sus carreras al potencial que se debe para alcanzar una expresión artística profesional. Algo muy común en un mundo de arte eurocéntrico-globalizado-elitista, especialmente en las estructuras del mundo del arte contemporáneo latinoamericano.

Por eso, tan importante han sido estos apoyos para todos aquellos que no nacemos dentro de fortunas infinitas. Acá en Tijuana, no existe el mercado de Arte, hemos hecho lo que hacemos, por que de alguna manera, sentimos que la sociedad solicitó a l@s creadoræs de su ciudad ilustrar la que es, la que fué y la que será como lugar, comunidad y cultura. Esto, nos obligó a emprender un camino poco común dentro de las prácticas de producción, distribución y consumo del Arte como se conocían a nivel nacional y en nuestro caso binacional. Nos enfocamos a colaborar con las instituciones gubernamentales (de los tres niveles) para afrontar la ausencia del sector privado en la distribución y consumo de nuestro trabajo; nos convertimos en todólogos por la falta de personal técnico en muchos campos del quehacer artístico. Aprendimos a aprovecharnos de la infraestructura cultural mexicana para llenar los espacios públicos (físicos y virtuales) con nuestras ideas.

Así, haciendo de Tijuana un concepto que muchos de afuera ven como potencia cultural, todo esto con el apoyo directo del sector público y prescindiendo de recursos del sector privado. Sin los apoyos federales destinados al desarrollo cultural de lo que en la capital llaman la provincia, siguiéramos pensando que nuestra labor como artistas radica en la decoración del imaginario colectivo impuesto, estuviéramos fabricando curiosidades para el consumo barato del turismo irregular que siempre ha dictado nuestro rumbo estético con sus dolaritos. Estos apoyos nos han permitido dedicarnos de lleno a nuestras prácticas artísticas y a la formación de un sector que cada vez más se profesionaliza e independiza, conllevando la construcción de nuestra identidad comunitaria como ciudadanos del norte de México. Mismos que enfrentamos a diario las embestidas del aparato comercial cultural más potente que jamás se haya visto, la industria del entretenimiento americano.

Desde mis pininos como artista, produciendo obra inspirada en la búsqueda de alguna lógica sobre las mataderas reales y virtuales que ya se daban en Tijuana en los 90´s, me sostuve de los apoyos/becas para confrontar estas mutaciones de la sociedad en la que crecí. Generé un cuerpo de obra que sirvió para detonar un diálogo necesario entre los ciudadanos interesados en estos temas y sus afectaciones; algo que en aquel entonces se veía como la glamourización de la incipiente cultura de la muerte que apenas afectaba a México. Resultó obvio que mis intenciones fueron de enunciar (y denunciar) lo que hoy es “pan de cada día”, decorado por las decenas de productos chatarra de narco-cultura comercial acrítica de su contexto.

¿Qué fuera de nosotros si nos hubiéramos dedicado a producir lo que se vende solamente? ¿Qué será de una ciudadanía que solo se nutre de cultura-comerciable? ¿Que será de la historia colectiva de México cuando la cultura signifique turismo de explotación del pasado? ¿Qué será de una cultura que solo se construye con el común denominador? ¿Que será de aquella gran inversión de producción cultural Mexicana cuando se vea obligada a venderse al mayor postor? 

Para nada estoy afirmando que l@s artistas estamos sometidos a ser “apoyado o no-apoyados”; y que de esa condición depende totalmente nuestro “rendimiento” como creadoræs; pero sí afirmo que los beneficios obtenidos con esta inversión pública rebasan la necesidad inicial de apoyar al artista como individuo y permean a la comunidad en donde participa con nuevas maneras de ver el mundo. Es importante mencionar que he sido beneficiario en numerables ocasiones con apoyos públicos*, me queda claro que la becodependencia que he generado tiene dos caras: La primera, la que defiendo en este texto, la libertad artística total con responsabilidad y retribución social que se permite al ser beneficiario de alguno de tantos apoyos gubernamentales que existen en México. La otra cara de la moneda, es que se agotan las oportunidades para recibir estos apoyos, ahora toca enfrentarse al mundo del Arte (al de su mercado) con lo único que tengo, mi trabajo y mis ideas, con alguito de camino andado y con unas cuantas experiencias en la bolsa: ¡venga, que esto apenas comienza!

Agradezco infinitamente a todas las personas que laboran en las instituciones gubernamentales que apoyan la producción, distribución y consumo del Arte en México. Especialmente a l@s que me han guiado en estos procesos con su conocimiento, experiencia e interés en el fortalecimiento de la cultura que tenemos en común. Est@s profesionales dedican su vida a la gestión de nuestra identidad colectiva, actual-pasada-y-futura. Sé, que quienes firmamos los proyectos somos l@s artistas, pero detrás de cada expresión artística existen docenas de seres valiosísimos que hicieron posible ese proceso. QUE QUEDE CLARÍSIMO.

Daniel Ruanova

agosto/2019

Tijuana / BC / MX

 

*He sido becario en varias ocasiones por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes en los programas de Jóvenes Creadores, Proyectos Culturales y de Coinversión y del Sistema Nacional de Creadores de Arte; también he sido beneficiario de programas similares en el Estado de Baja California.

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Uniendo Horizontes con Luis Diaz

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Contenido de VIDEO-MAMPARA dentro de la exhibición individual de Daniel Ruanova: FAKETRUTHS, Rituales justos y necesarios para el siglo XXI; en el Centro Cultural Tijuana / Cubo Sala 3 a finales del 2018 y principios del 2019.

Todo el material ha sido tomado de la página/archivo en-línea del artista: https://danielruanova.com/

Edición por Saulo Cisneros y Erick Romero

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Only Here

Only Here is a KPBS podcast about the place where San Diego and Tijuana meet. Host Alan Lilienthal and producer Kinsee Morlan tell stories that could only come from a border town.

Holding Tourists’ Hands / AIRED: MAY 15, 2019

Today, we hop on a bus with the Museum of Contemporary Art San Diego and take a guided tour of art and culture in Tijuana. It’s the kind of tour that shows off the cool side of the city — the kind of tour that’s kept tourism alive in a border city with a reputation for violence. It’s a story about fear, and an industry that’s blossomed from it. 

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Transmedios.TV

En este nuevo capítulo de #ARTERIA te presentamos a Daniel Ruanova, artista multidisciplinario y creador de la exhibición “Fake Truths: Rituales Justos y Necesarios Para El Siglo XXI”.

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Uniendo Horizontes – invitado Daniel Ruanova

Podcast – conversación con Luis Díaz en de Suiza para el mundo.

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12 de julio del 2018

Respetables Señoras y Señores Empresarios de nuestra querida Tijuana

Les escribo por este medio para primero presentarme con tod@s ustedes, y segundo, para plantearles mis ideas y una propuesta en relación al proyecto del gran letrero de Tijuana en el Cerro Colorado.

Soy hijo de estas tierras, durante mis escasos cuarenta y dos años de vida, me he forjado como artista visual profesional autóctono de la frontera y su condición multicultural. A parte de ser miembro activo del Sistema Nacional de Creadores de Arte (en dos ocasiones), de haber recibido todos los apoyos que otorgan los gobiernos estatales y federales a los jóvenes artistas mexicanos (sistema único en el mundo) y de haber expuesto mi trabajo en museos y galerías alrededor del mundo; formo parte de una de las comunidades artísticas más importantes de la cultura actual mexicana: los artistas de la frontera. (véase el archivo de Stefan Falke sobre el asunto: https://borderartists.com/)

Mi práctica profesional me ha llevado a instalar esculturas públicas en varios puntos de la escena global del arte. Pero somos muchos los artistas oriundos de estas tierras que hemos logrado atravesar las fronteras y condiciones socio-económicas para llevar la identidad de nuestra cultura a otras culturas en otros lugares.

Insisto en resaltar el valor del criterio estético de un servidor, y me atrevo a recalcar que hablo también por un buen grupo de profesionales de las artes en la región, por que me preocupa bastante la elección del proyecto del gran letrero de Tijuana en el Cerro Colorado como foco de identidad de los habitantes de estas tierras. De la misma manera, creo que ha sido una oportunidad fallida la de instalar letreros coloridos de Tijuana alrededor de la ciudad y trato de llamar su atención para evitarnos a todos la pena de ser el hazme reír de la comunidad global por emprender una acción que tenía todas las intenciones opuestas a lo que preveo que vaya a suceder.

El anuncio original de HOLLYWOODLAND se instaló para promover la industria de bienes raíces en las tierras aledañas de la pujante ciudad de Los Ángeles hace casi cien años. Con el tiempo se deterioró y se propuso excluir el sufijo de LAND para dejar lo que hoy conocemos como el ícono del cine Norteamericano. Y ese es el detalle, el diseño es de “alguien más, con otra historia”. Tal cual como ya se “fusilaron” las famosas estrellas en las banquetas frente al Jai Alai, ahora se fusilan el gran anuncio del siglo pasado. ¿A poco nuestra identidad es el fusil? ¿Quizá otro fusil? ¿Pero la copia chafa?

Segun yo, dejamos de decir chafa-mex desde los 80´s, por que los mexicanos de acá dejamos de vernos como tal. Así, comenzamos a crear cierta resistencia hacia las embestidas constantes de la cultura imperial; misma de la que orgullosamente somos mutantes, pero antes que nada nos nombramos mexicanos los tijuanenses, la mayoría.

Si les muestro mi trabajo, verán anuncios, textos, imágenes hiper-coloridas; algo relacionado a lo que les quiero ayudar a evitar. Pero en mi caso, hago esta obra con propósito, de manera crítica y con un sustento conceptual que será difícil de ilustrar en esta misma carta, pero les doy mi palabra que sé de lo que hablo: la percepción de las cosas. Cuando meto estos elementos en una galería o en un museo, lo hago con el propósito de abrirle los ojos hasta llegarle a la mente a mi público. Metiendo en el espacio de exposición lo mismo que encontrarán en la calle (quizá un poquitito exagerado), esto obliga al pensamiento crítico y eventualmente fomenta la búsqueda estética constante. O sea, el arte apoya en la formación de las personas.

Los habitantes de estas tierras, somos muchísimo más complejos que su nombre y las letras del mismo. También somos mucho más de lo que por muchos años nos ha ilustrado: ya ni el detritus de la cultura americana, desde el Bart Sánchez hasta el pachuco recargado de yeso de la línea, o el burrozebra (que en pro a los derechos de los animales, deben de extinguirse) o los estereotipos que todos conocemos.

Lo que quiero dejar claro es que l@s artistas a eso nos dedicamos, a encontrar soluciones visuales que tengan esencia. Estoy convencido que si logramos entablar un diálogo propositivo, podemos encontrar la mejor manera de utilizar los recursos del gremio que ustedes representan destinados a este proyecto y que muy generosamente ofrecen a la ciudad y a sus ciudadan@s. Me pongo a sus órdenes y permítanme presentarles a un grupo de artistas interesad@s en el tema, que les podemos generar otras propuestas para eventualmente escoger la mejor.

Agradezco su atención y también su saber que el arte es el camino para encontrar lo que nos une entre tanta diversidad.

Atentamente,

Daniel Ruanova

TJ/MX

danielruanova@gmail.com

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PRENSA: (Frontera.info Tijuana,MX)

Artista-tijuanense-se-pronuncia-sobre-proyecto-de-gran-letrero-en-Cerro-Colorado

Canaco-responde-a-criticas-de-daniel-ruanova-sobre-las-letras-del-cerro-colorado

(PSN.si)

PETICIÓN: (Change.org)

CANACO-Servytur:-No-queremos-copias-en-Tijuana

PUBLICACIONES:

www.CiudadTijuana.info

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LA TEMPESTAD / ARTES VISUALES /  miércoles, 18 de abril de 2018

LEJOS DEL CINISMO ESTETIZADO

Óscar Benassini revisa ‘$€£ƒ = (+_+)’,  la exposicón de Daniel Ruanova en Parque Galería.

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From March 15th to April 25th of 2017, Daniel Ruanova took part in the first ever artist residency project @ PIET HEIN EEK Gallery in Eindhoven, NL. Coming from the borderlands of Tijuana, MX, to the Netherlands for the production of his solo show in the gallery, this is a testimonial interview:

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Screaming the Reality Studio

The Plastic, Linguistic and Political Borders of Daniel Ruanova

Alejandro Espinoza Galindo.

MXCLI, BC, MX / 2017

That place, in which the limits of reality are no longer decreed by the language that we dominate/dominates us, is the place where humanity starts to scream, both in agony and ecstasy. We collapse before the idea of “being there” to be everywhere and nowhere at the same time, and in utter loneliness. We are aware of the escape routes but we also have to trace the lines, the lights and siren wailings, of the beaten paths that lead towards the exit. It may well be possible that death will not be our exit. But neither will it be an ascent towards some sort of “illumination”.

In the movie Close Encounters of the Third Kind (1977), the relationship between culture and the concept of the extraterrestrial was not far from the Judeo-Christian vision which separates us from any terrestrial form of redemption, leading us “towards the light”. The people chosen by the extraterrestrials felt the calling on the surface of their skin, and in the spectacular dénouement, were summoned to go up the hatch of the Mothership, whose light was so intense, that the onlookers were blinded from any sort of revelation. In this paradigm –perhaps so naive these days—to think about the future and the faraway meant thinking about all of the things concerning human life: Who am I? Why did I come here? Who made me and for what purpose? Where am I going? these were questions that still had tentative and hopeful answers. However: almost 20 years later, the movie Independence Day (1996) presents to us an altogether different kind of close encounter, one in which there are no paths towards illumination, but rather the impotent, irrational and irrefutable words that so terribly enclose the destiny of all humanity: death, war, chaos, the final detonation of all that exists.

The works of Daniel Ruanova are situated in a line of tension between these two versions of the encounter with this “other” that leads us towards salvation or to an ending without redemption. Seen as a whole, his work is like a crack that opens in the middle of these two versions of the world, both an empty and a full space, a blinding light, exploding atoms that, in their dispersion, they spit out the alternately unbearable and sublime imagery of our era: there is no room for existential nausea, we are simply instances of perpetual action, the present slapping you in the face from here to a supposed eternity. From the geographical context where he has conceived most of his work –which includes painting, sculpture, text art, public art as well as other multidisciplinary endeavors—and from the proper body of the artist, literally situated in this same dividing line (to which we have to add his double nationality) we can understand this mode of operation: this sharp line of tension is the border between Mexico and the United States. 

However, Ruanova’s perception of the border is not defined by the habitual tropes, iconographies and figures of border culture. It is not an expression of joy towards our hybridization, nor a de facto aesthetic or political resistance to the imposition this territory suffers from both sides of the fence (and possible wall) that divides us. The key for the (necessary) polysemic reading of his work, consists of locating it in a space that is not really a border, but an Interzone, this narrative time and space coined by William Burroughs, in which all the worlds collide and the rules are left aside, where you can locate, freely, the explosive relationships that stem from a primordial tension: the sense of existence as something pure that looks for shelter in the psyche, or the sense of existence as something contaminated by the suffocating forces between allies and enemies: the State, the system, consumerism, war and spiritual disenfranchisement.

In this Interzone, all the imagery is intensified and sent towards forking paths at the same time. The reality in this imagery is cutting, sharp, pointed. His paintings, for example, are characterized as having some sort of displacement borne out of some form of psychic automatism, but propelled by personal allegories, alluding to an atemporal autobiography and to a perpetual experience with the signals and echoes of everyday life in his environment, building in the process a series of artworks that indirectly appropriate the western iconography and the pictorial sintax of modernist painting, but located in that space between the lines where myth, culture and legend exchange glances and are understood as part of the same theater: border soldiers who fight in wars that don’t belong to them, configured as pixelated figures from an 80’s videogame (or, at the same time, as targets for heat seeking weapons) words detached and reassigned as authoritarian commands, or polyphonic  and bilingual phrases that become slogans which in turn become warning calls, burroughsian screams which announce, quasi religiously, the beginning of the end or the coming of the light, the celebration of chaos and the harmonious coming of a new realm.

Another group of Ruanova’s works function as time bombs, violent objects or objects of contained violence, weapons of collective destruction pacified by their meltdown. Toy guns become colorful flames or small volcanoes of melted plastic, alluding to a sort of ritual bonfire that can liberate the souls within; metallic phalluses that are also cornucopias of abundance and defense, giant spiked balls as medieval maces which are also silver meteors crashed into reality, sharply pointed machines that could be activated at any moment; in other instances, we can see how the artist seems to open a portal from the Interzone to interrupt daily life, where he installs brief, subtle but cutting linguistic devices that leave a sort of paper cut in the surface of contemporary society (such as the text art piece installed at the Fine Art Complex in Tempe, Arizona, U.S., designed in the manner of a typical American Diner notice: WE SERVE WHITES ONLY. NO SPANISH OR MEXICANS). Ruanova’s work presents to us the battleground where signifiers  are displayed within this space that is liberated from sense, a war zone composed of rabid toys, violent machines and dangerous devices that could be detonated at any moment and destroy everything in its path… or they could be deactivated to become the symbol of our fury, the human fury, dispossessed of romance and drama, pure and naked, mercurial, tense, looking to dominate a language that, in its path, becomes dominated by it. 

These and other sensations and meanings are produced in the Interzone where Ruanova places his works. Never circunspect, although filled with reiterations of the signs and forms that we find present in his varied ouevre, always in the here and now of our contemporary vital impulse, a work that denies its condition of ruin because it is precisely the work as a sharp weapon which cuts through the thin surface of said ruin. What ruin are we talking about? The ruin of reality as a failed human project, one that is looking for the exit signs to evacuate us all and to lead us towards the light. Or to the final explosion.

/////////en español/////////

Screaming the Reality Studio

Las fronteras plásticas, linguísticas y políticas de Daniel Ruanova

Alejandro Espinoza Galindo

Ahí donde los límites de la realidad ya no los dispone el lenguaje que dominamos/nos domina, ahí es donde el ser humano comienza a gritar. Colapsamos con la idea del “estar aquí” para estar en todas y en ninguna parte, al unísono y en completa soledad. Advertimos las rutas de evacuación pero tenemos que trazar las líneas, las luces y las sirenas, del escabroso camino rumbo a la salida. Es muy probable que la salida ya no sea la muerte. Pero tampoco el ascenso hacia una suerte de “iluminación”.

En la película Encuentros cercanos del tercer tipo (1977), la relación de la cultura con el concepto del extraterrestre no se alejaba mucho de una visión judeocristiana que nos separa de la redención terrenal y nos dirige “hacia la luz”. Las personas elegidas por los extraterrestres sintieron el llamado en su piel y, en el espectacular desenlace, fueron llamados a subir por la puerta de la nave nodriza, cuya luz era tan intensa, que los testigos fueron cegados de toda posibilidad de revelación. En ese paradigma –ahora tan ingenuo, quizás— pensar en el futuro significaba pensar en la resolución de todas las cosas que conciernen a la vida humana: ¿Quién soy? ¿Para qué vine? ¿Quién me hizo y por qué me hicieron? ¿A dónde voy? eran preguntas con posibles respuestas. Casi veinte años después, la película Día de la Independencia (1996) nos escenifica otra clase de encuentro cercano, uno donde ya no hay una ruta hacia la iluminación, sino las imponentes, irracionales e irrefutables palabras que encierran nefastamente el destino de toda la humanidad: la muerte, la guerra, el caos, la detonación final de todas las cosas.

La obra de Daniel Ruanova se sitúa en una línea de tensión entre estas dos versiones del encuentro con eso otro que nos conduce a la salvación o a un final sin redención. Vista en su conjunto, su obra es como una grieta que se abre entre esas dos visiones del mundo, un espacio vacío y lleno a la vez, luz cegadora, átomos que explotan y en su dispersión escupen el imaginario alternativamente insoportable y sublime de nuestra era: ya no hay lugar para la náusea existencial, sólo somos ámbitos de acción perpetua, el presente agarrándote a cachetadas de aquí a una supuesta eternidad. Desde el contexto geográfico donde ha concebido gran parte de su trabajo –que incluye pintura, gráfica, escultura, arte público, así como diversas incursiones multidisciplinarias— y desde el cuerpo del artista, literalmente situado en esa línea divisoria (a la que añadimos su doble nacionalidad) podemos comprender este modo de operación: esa línea de tensión punzante es la frontera entre México y Estados Unidos.

Sin embargo, la perspectiva fronteriza de Ruanova no se define por los tropos, iconografías y figuras habituales de la cultura de la frontera. No es la expresión ni de un regocijo hacia la hibridación ni de una resistencia estética o política de facto, a la imposición que este entorno sufre por ambos lados del cerco (y posible muro) limítrofe. La clave para la obligada lectura polisémica de su obra, consiste en situarla, más que en una frontera, en una Interzona, ese tiempo y espacio narrativo acuñado por William Burroughs, donde todos los mundos colisionan y las reglas se dejan de lado, donde se localizan, libres, las relaciones explosivas que surgen de una tensión primordial: el sentido de la existencia como algo puro y que busca alojamiento en la psique, o el sentido de la existencia como algo contaminado por las fuerzas sofocantes entre aliados y enemigos: el Estado, el sistema, el consumo, la guerra y el despojo espiritual.

En esta Interzona, todos los imaginarios se intensifican y se bifurcan a la vez. La realidad en estos imaginarios es cortante, filosa. Su pintura, por ejemplo, se caracteriza por desplazarse en claves nacidas del automatismo psíquico, pero impulsadas por  alegorías personales, aludiendo a una biografía atemporal y a una experiencia perpetua con los signos y ecos de la vida cotidiana de su entorno,   construyendo en el proceso una serie de piezas que se apropian indirectamente de la iconografía occidental y de las sintaxis plásticas de la pintura modernista, pero colocadas en ese espacio entre líneas donde mito, cultura y leyenda cruzan miradas y se entienden como parte de un mismo teatro: soldados fronterizos que pelean en guerras que no les pertenecen, configurados como cuerpos pixelados en medio de un videojuego de los 80 (o como blancos para armas detectoras de calor corporal), palabras, frases y consignas polifónicas y bilingües se convierten en slogans que se convierten también en llamados de alerta, gritos burroughsianos que anuncian, cuasi religiosamente, la llegada del fin o la llegada de la luz, la celebración del caos y el reino armónico por venir.

Otro conjunto de obras de Ruanova funcionan como bombas de tiempo, objetos violentos o de violencia contenida, armas de destrucción colectiva pacificadas por su derretimiento. Pistolas de juguete convertidas en coloridas llamas o pequeños volcanes de plástico plastificado, aludiendo a una suerte de hoguera ritualista que permitirá liberar las almas contenidas en su interior (la relación entre arma/alma nos abre una pequeña ventana desde la cual vislumbramos la tensión a la que me refiero); falos metálicos que son también cuernos de abundancia y defensa, gigantescas bolas como mazas medievales que también son meteoritos metálicos que se estrellaron en la realidad, máquinas con picos que pueden encenderse en cualquier momento; en otras instancias, podemos ver cómo el artista parece abrir un portal de la Interzona para interrumpir la realidad cotidiana, ahí donde el artista instala breves, sutiles pero punzantes dispositivos lingüísticos que dejan cortaduras finas de orillas de papel en los dedos (como la pieza de text art instalada en el Fine Art Complex, diseñada, a la manera de letrero de Diner: WE SERVE WHITES ONLY. NO SPANISH OR MEXICANS). La obra de Ruanova nos presenta el campo de batalla que los significantes emprenden en esta zona liberada de sentido, una zona de guerra  compuesta de juguetes rabiosos, máquinas violentas y dispositivos peligrosos que en cualquier momento pueden detonarse y destruir todo a su alrededor… o desactivarse para convertirse en el símbolo de nuestra furia, la furia humana, despojada de romance y de drama, pura y desnuda, mercurial, tensa, que busca dominar un lenguaje que, en el trayecto, termina siendo dominado por ella.   

Son estas y otras las sensaciones y significados que se producen en la Interzona que habita Ruanova. Nunca circunspecta, aunque de signos y formas reiterativas que encontramos presentes en su variada obra, siempre en el aquí y ahora del impulso vital contemporáneo, una obra que niega su condición de ruina porque es precisamente la obra como arma corto punzante que abre la delgada piel de dicha ruina.  ¿De qué ruina estamos hablando? La de la realidad como proyecto humano fallido, que busca la puerta de emergencia para evacuarnos a todos y llevarnos a la luz. O la explosión final. 

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Open Space  SFMOMA:

El Bordo: Conversations With Tijuana’s Border Artists in the Trump Era / by Caitlin Donohue
February 23, 2017
Captura de pantalla 2018-04-18 a las 13.27.07

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Una reflexión sobre la Tijuana pudiente. No solamente una ciudad que innova, si no una que renace a diario con propuestas originales. “Tijuana Dream” es una metáfora que representa el sueño americano en territorio nacional.

Sin city and cultural hotspot, Tijuana is in the midst of a renaissance as artists embrace the city’s unique imperfections and create a new identity … this is a tale of revival.

Directed by Rito Zazueta

 

 

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Entrevistas con la periodista tijuanense radicada en Alemania, Araceli Martinez-Rose, y el artista plástico Daniel Ruanova, miembro reciente del Sistema Nacional de Creadores de Arte.

8 a 9 PM / 11 de agosto de 2016
CADA JUEVES es una revista radiofónica hecha especialmente para tus oídos dirigida por JAIME CHAIDEZ BONILLA
Fernando Fernández, Ingeniero Audio
De Tijuana para el mundo.
Teléfonos en cabina: 681 3393 y 681 3394
FUSION IMER 102.5C
www.imer.mx/fusion/
XHUAN Fusión Imer 102.5 FM se ubica en Colina la Escondida 10250, Fracc Colinas Agua Caliente.

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En los años noventa y los primeros años de este siglo, el arte contemporáneo de la ciudad estuvo en la mira del mundo. Incluso, en 2002, Newsweek la eligió una de las “nuevas mecas culturales”. En este episodio, los artistas DANIEL RUANOVA y MELY BARRAGÁN hacen un diagnóstico de la situación actual del arte en Tijuana y de su más reciente proyecto: TJ in China. Además reflexionan sobre las posibilidades y limitaciones políticas del arte.

Producción: Sin Onda TV
Anfitriones: Alfredo González Reynoso y Reuben Torres
Producción ejecutiva: Luisa Martínez
Equipo de producción: Óscar Castillo y Abraham Márquez
Música: Moisés López
Logotipo: Simon Pecco
Instalaciones: Departamento de Radio en UABC Humanidades
Coordinación de Radio en UABC Humanidades: Héctor Villanueva
Operación en cabina: Ricardo Méndez

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ANÉSTETICA DEL FUCK OFF!: DANIEL RUANOVA 

Heriberto Yépez / 2012

Daniel Ruanova apareció en el arte fronterizo de Tijuana en la segunda mitad de los años noventa. Era parte de una generación de nuevos artistas en Tijuana, que también incluye a Tania Candiani, Mely Barragán, Julio Orozco, Jaime Ruiz Otis, Torolab, Yvonne Venegas, Gerardo Yépiz (Acamonchi), Alejandro Zacarías, entre otros. Esta tribu experimental sin gurús o tradición académica, se conviertieron en pocos años en innovadores del discurso artístico desde la frontera México-Estados Unidos. Una generación que estaba at the right place at the right time y cuyas propuestas fueron inmediatamente colocadas en el contexto de algo más grande que sus intenciones personales. Era el arte recién salido de una neo-contra-cultura mutante.

Para entender la obra de Ruanova, entonces, hay que comprender ese contexto que a la vez refleja y altera. No es un accidente que Ruanova apareció en el mismo lustro en que comenzó el boom de la música electrónica de Nortec y la literatura fronteriza (de Luis Humberto Croshtwaite a Rafa Saavedra). Ni tampoco es un azar que los antecesores inmediatos de este movimiento cultural hayan sido Guillermo Gómez Peña y el arte chicano/border del Sur de California y, sobre todo, la cultura urbana de Tijuana, de donde todos estos productores estéticos habían surgido.

El festival binacional de arte público InSite fue también parte del caldo de cultivo de la comunidad artística fronteriza. No olvidemos que fue en este ambiente de crecimiento político, social, económico e institucional, que la obra de Marcos Erre Ramírez despegó. Tijuana, por donde quiera que se le mire, estaba en los reflectores y se le entendía como un lugar al cual había que intervenir en su espacio público y participar de su imaginario mítico y en recodificación infatigable. Tijuana era una especie de rito de pasaje.

En menos de una década, Tijuana pasó de ser una ciudad vinculada casi exclusivamente a la migración y la “leyenda negra” a ser emblema protagónico de una nueva cultura alternativa. Y Ruanova es un software y gadget para digerir ese campo. Su obra también dialoga con una agitada arena política. A pesar del fraude electoral de 1988 que llevó a Carlos Salinas de Gortari a la presidencia, el régimen reconoció el triunfo en Baja California de la oposición de izquierda representada por Cuauhtémoc Cárdenas, el ganador auténtico de aquella elección. Y en 1989, Baja California eligió al primer gobernador de oposición en toda la historia del régimen post-revolucionario. La alternancia política impulsada por el estado era una más de las manifestaciones de que la región deseaba tomar un rumbo distinto.

La mezcla de la cultura local tijuanense con los otros: “gringos”, “pochos”-chicanos,  afroamericanos, indígenas, norteños, “chilangos” que se había acelerado durante los años ochenta debido al fenómeno migratorio, la vida laboral transfronteriza, los consumos culturales y el turismo hicieron que García Canclini célebremente denominará “cultura híbrida” y nombrará a Tijuana (junto a Nueva York) como “laboratorio de la posmodernidad”. Pero si García Canclini estrenó dichas categorías teóricas para fijar y analizar la cultura y la estética de esta frontera, son sus artistas los que en su obra codifican con mayor precisión estas dinámicas fronterizas.

Además desde finales de los años ochenta, había tomado forma la que sería por un tiempo la organización criminal más poderosa de Latinoamérica, el Cártel de Tijuana, lidereado por los hermanos Arellano Félix y cobijado por múltiples empresarios, funcionarios y capas sociales diversas de Tijuana y California. Siguiendo una escala que parecía imparable, la ola de violencia se extendió. Secuestros, ejecuciones, encobijados, desaparecidos, balaceras, masacres y emboscadas se convirtieron en escenarios comunes en Tijuana entre los noventa y la primera década del siglo XXI, como ya lo había advertido el semanario Zeta desde los años ochenta.

El signo Tijuana, entonces, quedó ligado a dos sentidos, uno nuevo: el de la innovación cultural; otro viejo, “tradicional”, el de la ilegalidad y la violencia, ahora recrudecidas; con la llegada y expansión del narcotráfico y la narcocultura, Tijuana revivía su “leyenda negra” surgida en la época del Casino de Agua Caliente a principios del siglo XX, y simbólicamente rematada con el asesinato del candidato del PRI, Luis Donaldo Colosio, durante un mitin en Lomas Taurinas en 1994, el mismo año del levantamiento zapatista en Chiapas y la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio. En este clima de narcocultura rampante y cambios sociales, Daniel Ruanova surgió como miembro del taller de arte abstracto dirigido por Álvaro Blancarte, que también tuvo influencia en obras como la de Marcos Erre Ramírez y Jaime Ruiz Otis. Una parte de las búsquedas posteriores de Ruanova se entienden por este proceso; aunque, en realidad, Ruanova —como curiosamente su apellido indica— era una calle nueva del arte fronterizo.

Desde el exterior, este grupo de artistas eran vistos como miembros de un movimiento y una búsqueda colectiva. Pero en su interior, cada artista fronterizo se colocaba en una órbita distinta, y aunque casi todos se identificaban con el “arte de Tijuana” o el “arte fronterizo”, Ruanova se auto-identificaba como parte del border art, una identidad que no todos asumieron. Pero Ruanova lo hizo por la conciencia de trabajar con una cultura específica y, a la vez, viral y, asimismo, como gesto separatista: decirse artista fronterizo, adherirse al border art, fue también una manera de decir que no eras parte del arte nacional, que había una diferencia entre el arte mexicano (y norteamericano o internacional estándar) y esta nueva dirección. Tenían su propia micro-historia del arte.

Su arte es una exploración de las identidades —especialmente las formas de reacción— generadas en las interacciones entre culturas, medios, cuerpos y tecnologías.

Palabra clave de su percepción: operativo.

Si nos remontamos a sus inicios al arranque del siglo, a Ruanova se le asociaba con su praxis de la “despintura”, en que la materia pictórica removida construía nuevas imágenes o adquiría objetualidad. Además de enfatizar su interés en nuevas técnicas plásticas, la despintura de Ruanova fue también una intropintura, una búsqueda de lo que subyace a la superficie pictórica, tanto en lo matérico como en lo semántico. Posteriormente, a Ruanova se le identificó con pintura, instalación, ensamblaje y escultura vinculada a armas y violencia. Ruanova fue quizá el artista fronterizo más vinculado a ciertos catchwords.

Hago estas anotaciones para que futuros críticos conozcan el modo en que la obra de Ruanova era comprendida y discutida durante la primera mitad de su carrera. A principios de siglo en Tijuana, dentro de la comunidad del arte las armas eran vinculadas a la obra de Ruanova.

Su proyecto TJ-China —surgido a principios de la segunda década del siglo XXI— muestra que su carácter de artista global coexiste con una fuerte conciencia crítica de su transcultura matriz. Ruanova es un artista de un nuevo glocalismo. Su imaginario es un despliegue de sintagmas emergentes e inquietantes en que cada entidad es otro cultural invader más. Ruanova fue parte de una sociología fronteriza, en general, que había crecido con un pie en el Sueño Americano —y las imágenes de Rambo, Scarface y los videogames— y otro en el sueño del Cártel de Tijuana —y las imágenes de los hermanos Almada y los Arellano y el boom de la narcocultura—; compañeros de generación de Ruanova se volvieron sicarios, miembros del Cártel, abogángsters o lavadólares, empresarios al servicio del narcotráfico. La obra de Ruanova, entonces, debe comprenderse como una escáner, remezcla y experimentación con el imaginario visual de una frontera imbuida en el tráfico, consumo y narcotización generalizadas, y sus subsecuentes fenómenos: la militarización de la ciudad tras el inicio de la narcoguerra del presidente Felipe Calderón, que convirtió a Tijuana en el modelo a seguir en su lucha contra el narco a nivel nacional. Y la lucha entre partidos políticos. Pero también las guerras norteamericanas en el Medio Oriente. Todas estas guerras (veladamente cruzadas) son parte del tejido de Ruanova.

La obra de Ruanova no solamente se trata de la visión de un artista contemporáneo crossborder sino también estamos ante una convergencia de imágenes de una cultura (fronteriza y mundial) deslavadas por el lávado de dólares y seducidas (y sedadas) por la violencia. Para ser precisos, sus imágenes surgen del shock y anti-shock de la violencia; de la sobreexposición y la insensibilización en mundos donde la agresión se ha vuelto juguetería. Son una anestética.

Esta estética y anestética de Ruanova son altamente territorializadas. Sólo que su territorio es mitad urbano, mitad mediático; mitad plaza del narco, mitad cirugía estética sobre el cuerpo del arte contemporáneo; mitad Tijuana sitiada; mitad Desert Storm (Parte II). A nivel de construcción, Ruanova construye sus imaginarios (matérica y conceptualmente) por yuxtaposición y explosión. En sus superficies y ensamblajes se superponen las distintas guerras mexicanas y norteamericanas —las nuevas guerras glocales— y sus imágenes frecuentemente son explosiones de esos conflictos fantaseados y desgarrados por miradas tecnológico-mediáticas —entre graffiti y pixel— para hacer reventar esas guerras que siempre ocurren en otra parte de donde son financiadas. Sus cuadros son cuartos de guerra.

En una obra caracterizada por la explosión, hay piezas de Ruanova que son detonadores, gatillos o puntos de fuga evidentemente cruciales. Uno de ellos es “The Fuck Off Project”, esa instalación variable que encapsula, invade, imposibilita y protege el espacio en que acaece y el centro del que surge y se aleja. “Fuck Off” es una expresión que condensa una buena parte de la estética de Ruanova.

Por una parte, “Fuck” alude a la fusión intensa de los elementos, a su copulación agresiva, urbana, sucia, fantaseosa y finalmente antagónica, placentera y ansiolítica; “Off”, por otra parte, pareciera aludir a su apagón abrupto, a su congelación instantánea y, asimismo, fuera de sitio (Off site). Fuck off, a nivel coloquial, significa “aléjate”, “márchate”, “lárgate”; pero a otro nivel semiótico, “Fuck Off” también significa fusión violentada, no sólo fusión violenta sino, en sí misma, fusión que ha sido violentada: impedida, perturbada, en el momento de su intento de yuxtaposición, síntesis o unión. Fuck —copulación— off —apagada—; fuck —juntura— off —anestesiada—; fuck —insulto— off —suspendido—; Fuck / Off: Penetración / Detención: sucesión de fuerzas opuestas… y fuck off, un balance de fuerzas en que de un lado sucede la atracción (fuck) y de otro lado, la suspensión (off), y se equilibran o matan recíprocamente, pero sin que haya impasse, sin que esa lucha de contrarios —Fuck vs Off— logren eliminarse uno al otro, porque no es una forma de evitar el fuck sino, precisamente, una forma de realizarlo y, a la vez, de follar al off: Fuck Off!, es decir, ¡una forma de destruir el alto! Folla al Off.

A través de la obra de Ruanova, el “Fuck Off” es una perfecta definición de la complejidad de dinámicas de relación en una frontera como la de México y Estados Unidos.

He ahí, por cierto, por qué nociones como el “Fuck Off” de Ruanova complican la categoría de “híbridación” como omni-descriptiva de los fenómenos de frontera.

No olvidemos que otro de los momentos decisivos de su obra fue “Game Over”. De nuevo, una expresión que alude al poner alto, dar fin, stop en el espacio-tiempo bélico, cese temporal del juego de la guerra, para ser exactos. Anticlímax, dialéctica, ejecución, enantidromía, levantón y shock simultáneos.

“Fuck Off”, en su variedad de sentidos, representa una relación de culturas en donde no hay happy hybrid, síntesis hegeliana, posmo-globalismo o hibridación feliz. Nada de fusión satisfactoria. Pero también impedimento al Off: Fuck “off”! Jode al “alto”, como una llamada a que continúe la batalla, a que se reanude la violencia. En el “Fuck Off” de Ruanova hay un campo intenso de dinámicas contrarias, incluso incompatibles, eclosionando.

Ruanova es un artista de la fisión de imaginarios y culturas, que explora —quizá sin saberlo conscientemente— espacio-tiempos donde la unión ocurre sólo para ceder su paso al desencuentro que, sin embargo, no conlleva a la separación, sino al entrenzamiento. Se trata de un “Fuck off!” amoroso y agresivo, vete, pero sólo para perder la presencia del otro e internalizar, a modo de fantasma y marca, su ser dentro del cuerpo.

Migración migraña. Nexo que es éxodo —Showcase del choque—, lo que se congrega en el mundo visual de Ruanova es la fragmentación ocurrida donde los participantes del encuentro ya se han largado pero han dejado sus imágenes, residuos y revivals psicológicos.

En ese sentido, sus imágenes son regresiones de un conflicto irresuelto de sistemas, loops de un intercambio que no produjo una síntesis o unión pacífica, que no sólo no produjo una fusión armónica sino que sus propios participantes se esfumaron de la escena y sólo dejaron su estallido y sus fuerzas de ocupación.

El espacio visual de Ruanova, entonces, es un operativo donde la intención del encuentro nunca fue alcanzar la armonía o mezcla completa sino producir un encontronazo y tras su destrucción (wreck) permitir que en el sitio del encuentro —el campo de batalla— ocaezca una ocupación.

Lo que vemos en la obra de Ruanova son las distintas fases de este proceso.

Por eso su mundo está marcado por los fantasmas que se han congregado y por el dispositivo bélico fragmentador y disjuntivo que los ha hecho explotar e invadirse unos a otros, y por esa fuerza que, no obstante, ocupa el espacio después de su retirada.

Ruanova hace visible guerras que, por una razón u otra, hemos vivido a obscuras: la narcoguerra mexicana, las guerras partidistas binacionales y las guerras del Nuevo Orden Mundial. Pero también esa guerra de baja intensidad llamada “hibridación”, mezcla, globalización, medios masivos, pantalla y cuerpo global. Por eso ahora suma a su obra otros enfrentamientos; otros traumas; otros tráficos. Se advienen, entonces, otras capas. Otras yuxtaposiciones. Otros encontronazos. Otras detonaciones. Otras explosiones. Otras retiradas. Otras ocupaciones.

Originalmente publicado en el catálogo de la exposición REGISTRO 03 – Espejo/Reflejo, Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey MARCO, curaduría de Marco Granados. enero/2013

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VIDEO ENTREVISTA PERIÓDICO FRONTERA 2014 (ESPAÑOL)

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AUDIO INTERVIEW by ALESSANDRO ROLANDI 2012 (ENGLISH)

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OTROS TEXTOS / OTHER TEXTS:

FALLA DE CORTANTE / MARCELA QUIROZ

http://falladecortante.blogspot.mx/2010/05/fuck-off-project-daniel-ruanova.html

ARTESANO PROJECT / MARCO GRANADOS

http://asprojects.wordpress.com/2008/12/24/daniel-ruanova-en-arcaute-arte-contemporaneo/